Billetaje electrónico, un avance innovador pero con muchos desafíos
El billetaje electrónico representó un importante avance en el sistema del transporte público de pasajeros de nuestro país. Si bien su puesta en marcha significó contar con un mecanismo más ordenado y con acceso a información más detallada sobre viajes y usuarios, no solucionó la crisis que golpea desde hace décadas al sector.
En la última década practicamente se triplicó el parque automotor en Paraguay. De 890.931 vehículos que había en todo el país en 2010, la cifra trepó a 2.540.294 unidades en 2020, según datos oficiales de la Dirección de Registro del Automotor. El 2021 se cerró con 2.684.358 rodados matriculados, de acuerdo a esta oficina dependiente del Poder Judicial.
En octubre de 2019, se implementó una nueva forma de pago del pasaje de transporte público en Asunción y su área metropolitana a través de tarjetas. El billetaje electrónico fue implementado a través del Viceministerio del Transporte, dependiente del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC).
Los primeros pasos se hicieron de forma gradual y en sus inicios hubo un sistema mixto de pago, hasta que en febrero de 2021, tras la llegada de la pandemia en 2020 y el encierro que eso implicó, el pasaje electrónico pasó a ser obligatorio. El sistema reemplazó el uso de dinero en efectivo para abonar por este servicio y actualmente abarca la totalidad de la flota del área metropolitana. Se trata de un nuevo concepto de pasajes que abarca a aproximadamente 1.132.000 pasajeros que utilizan todos los días este sistema de transporte.
«El sistema reemplazó el uso de dinero en efectivo para abonar por este servicio y actualmente abarca la totalidad de la flota del área metropolitana.»
Las tarjetas disponibles, desde el comienzo y hasta la actualidad, son Jaha y Más, que pueden ser adquiridas y recargadas en una amplia red de locales que incluyen bocas de cobranza, supermercados y otros centros comerciales distribuidos en Asunción y el Departamento Central.
Con las tarjetas, con un saldo mínimo de G. 3.400, el usuario puede iniciar el viaje en los ómnibus habilitados y adheridos al Sistema Nacional de Billetaje Electrónico. Estos colectivos tienen un dispositivo electrónico que actúa como lector de los plásticos. En la pantalla de los validadores se pueden observar el monto cobrado por ese traslado y el saldo disponible.
Cambio
A través de este sistema, se logró en gran medida que los choferes se dediquen exclusivamente a la conducción de las unidades, dejando de lado el cobro manual del pasaje, algo que actuaba de distractor durante los viajes. El pago electrónico desafió toda una cultura de lidiar con las monedas entre viaje y viaje. Si bien al comienzo hubo resistencia por parte de la ciudadanía, la aceptación fue ganando terreno, pero con muchas quejas debido a la mala organización a la hora de acceder a las tarjetas y recargarlas.
El Estado y las empresas tuvieron un control más profundo del movimiento comercial que genera el nuevo servicio de transporte. No obstante, poco a poco fueron apareciendo inconvenientes y casos de corrupción que pusieron el palo a la rueda en el proyecto.
Uno de los factores que jugó en contra en los inicios fue la reventa de tarjetas, lo que afectó considerablemente la distribución de los plásticos. El Viceministerio de Transporte detectó a finales del 2020 que más de 100.000 tarjetas estaban en manos de revendedores inescrupulosos que las comercializaban muy por encima de su valor real.
En abril de este año se detectaron varias irregularidades a través de validaciones “fantasmas” a las que recurrieron empresas de transporte, para acceder de forma fraudulenta al subsidio estatal del pasaje. Ese mes, un informe del Viceministerio de Transporte sobre 26.000 validaciones sospechosas detectadas a través del Centro de Control y Monitoreo del Billetaje Electrónico fue remitido a la Fiscalía para su investigación.
Según la propia entidad pública, un funcionario que se encargaba del control informático perdió los datos de la nube del sistema del billetaje electrónico. Se trataba de información vital que facilitaba los procesos de análisis del sistema. Hasta ahora, se sospecha que hubo negligencia o eliminación adrede de los datos “para borrar evidencias”.
Crisis
El escándalo de los “pasajeros fantasmas” terminó en la destitución de un viceministro de Transporte y en la aparición de la Organización de Pasajeros del Área Metropolitana de Asunción (Opama), que reveló que en realidad no fueron 26.000 las validaciones sospechosas sino en realidad 480.000. Según un informe de esta asociación, de enero de 2022 a marzo de 2023 el Estado pagó como mínimo G. 2.381 millones por “pasajeros fantasma”.
Durante ese tiempo, también reapareció un viejo mecanismo de presión de los transportistas: las reguladas en los servicios.
Durante semanas, a consecuencia de la poca presencia de unidades en las calles, se observó a cientos de personas en las paradas aguardando subir a buses que, en su mayoría, ya estaban abarrotados de viajeros.
Anomalías
La SET analizó las declaraciones juradas que presentaron 20 empresas de transporte, para controlar la correspondencia entre los ingresos presentados en sus documentaciones y el dinero que recibieron en concepto del subsidio al pasaje. En sus primeros reportes, la entidad detectó inconsistencias entre las cifras declaradas y lo que en realidad percibieron estas compañías. Hubo serios indicios de evasión de impuestos. Hubo serios indicios de corrupción.
Estas jugadas son aplicadas para cometer fraude al fisco, ya que al declarar menos ingresos se baja en los papeles la ganancia real, por ende, el pago de tributos era menor en cuanto al Impuesto a la Renta Empresarial (IRE). Se habló de una diferencia de G. 4.000 millones entre lo declarado y lo recibido en concepto de subsidio.
Alta demanda
Según el Viceministerio de Transporte, a finales del 2022 hubo un importante aumento en la cantidad de validaciones del billetaje electrónico por mes, es decir, los viajeros vienen optando por realizar más traslados en transporte público.
Datos del Centro de Control y Monitoreo del Billetaje Electrónico (CCM) arrojaron una tendencia en alza del servicio, ya que las validaciones se fueron incrementando de 9.777.245, que se realizaron en enero de ese año, a 14.273.578 durante agosto. De acuerdo a datos oficiales, 800.000 usuarios utilizan al menos una vez al mes el transporte público mediante el pasaje electrónico, mientras que 300.000 son los viajeros frecuentes que lo emplean todos los días. Eso se traduce en que solo el 10% de la población es usuario habitual del sistema de transporte público en Asunción y alrededores. Siguiendo esos mismos reportes que arrojó el billetaje electrónico, en enero de 2022 hubo 7.126.342 kilometrajes recorridos y la cifra se elevó a 8.947.685 en agosto de ese año.
De acuerdo a reportes oficiales, de enero a agosto del año pasado el Gobierno otorgó a favor de las empresas de transporte más de US$ 21 millones. Pese a este importante monto, no se registró una mejoría en la calidad del servicio y las escenas de unidades descompuestas durante los viajes se siguieron repitiendo.
Las validaciones del billetaje electrónico tuvieron un aumento de casi 10 millones en enero de 2022 y treparon a los 14 millones de operaciones en agosto de ese año.
Vital para la gente
El transporte público de pasajeros es un servicio demasiado importante para la ciudadanía. Por eso es necesario un análisis serio y responsable para la toma de decisiones que permitan, además de su normal funcionamiento, una mejora en la calidad del servicio en favor de los usuarios.
El sistema de transporte público en nuestro país opera en función al flujo de viajes que realiza la gente entre los diversos puntos de la capital y su área de influencia, principalmente entre sus domicilios y lugares de trabajo y las distancias de estos traslados. En base a esta cantidad de viajes, se diseñan distintos itinerarios que se ajustan lo mejor posible a la demanda.
Adicionalmente, se calcula la cantidad de pasajeros que viajan en cada recorrido, así como sus días y horarios para tratar de dimensionar la capacidad requerida de transporte, es decir, cuántos ómnibus se precisan en cada horario para satisfacer la demanda con cierta calidad del servicio.
Las estimaciones de la cantidad de usuarios son generalmente en base a estudios de campo. No obstante, tras la implementación del billetaje electrónico, hoy se puede contar con números precisos en vez de especulaciones. Además de buscar más transparencia, esto hace posible rediseñar el sistema para mejorar la calidad del servicio a favor de la ciudadanía
En este escenario, el precio del combustible, insumo esencial de uso diario, depende completamente del costo internacional del petróleo y la cotización del dólar. Ambos factores son volátiles y están fuera de nuestro control, lo cual genera muchas variables en el costo del servicio. Para atenuar esta dependencia y volatilidad, es imperioso transitar de a poco y en la medida de nuestras posibilidades hacia un sistema de transporte eléctrico y utilizar nuestra alta disponibilidad de energía eléctrica, cuyo costo es más estable y además amigable con el medio ambiente.
Para muchos, el transporte público en Paraguay es quizás uno de los peores de Latinoamérica. Los largos tiempos de espera de los usuarios, la escasez de unidades (reguladas) y la falta de transportes alternativos (tranvía o metro) son los principales males que favorecen a esa visión. A esto se suma la corrupción, teniendo en cuenta que los subsidios del Gobierno no se ven reflejados en la calidad del servicio, que muchas veces es ofrecido con unidades en pésimo estado.